¿De qué trata el Documental “La era del ñandú” de Carlos Sorin?
La era del ñandú
De Carlos Sorin
Argentina es un país de milagros desparejos. Tras el milagro de la recuperación de la democracia, en 1983 (imperfecto pero milagro al fin), llegó un portento cretino y disparatado que también marcó esa década de renovada candidez que fue la del ‘80: la crotoxina. La explicación, en la prensa: “Se aseguró entonces que este componente del veneno de la serpiente cascabel era ‘un invento’ del investigador argentino Juan Carlos Vidal, cuando, en realidad, existía desde 1938 y figuraba en catálogos de empresas químicas. Su uso en humanos alcanzó difusión pública a mediados de 1986. Vidal la venía suministrando a enfermos de cáncer en el Instituto de Neurobiología, sin haber cumplido con los correspondientes requisitos sanitarios”.
Además de entendibles niveles de frustración y escándalo, la crotoxina generó unos niveles de amarillismo inéditos en la opinión pública, una verdadero festival de la sarasa, y una película fenomenal, inclasificable y hoy casi perdida (de hecho, la copia que verán aquí fue rescatada por Margen del Mundo de una polvorienta cinta U-matic que al propio director Carlos Sorín le costó trabajo ubicar) de título La era del ñandú. Se trata de un film del género “falso documental”, escrito por Alan Pauls y con encantadores cameos de Horacio Acavallo, Ludovica Squirru, el “Nene” Augusto Bonardo, Mario Clavel y Salo Pasik que cuenta la historia de la droga Bio K2, derivada de nuestro entrañable ñandú, cuyas propiedades eran directamente milagrosas.
“En ese panorama de una sociedad lanzada a la industrialización y al progreso –dice el locutor que narra gran parte del film–, en la que todas las ilusiones eran posibles, un rumor inquietante comenzó a hacerse oír con insistencia: una droga desconocida y de insospechados poderes comenzó a ser requerida en las farmacias de la Capital”. El filme empieza contando el despertar a la modernidad de una nación, y enseguida se desvía hacia un recorrido hilarante por el rosario des-informativo que rodeó la aparición de la Bio K2: personas, diarios, canales de TV diciendo cualquier pavada sobre la droga (“la joven televisión porteña, siempre atenta a los estímulos colectivos, no tardó en tomar cartas en el asunto”), pero a la vez engordando el mito de la droga y de su creador, el más misterioso Dr. Kurtz.
En algún momento se difunde el dato de que la droga alarga la vida de las personas de un modo inaudito (“eso quiere decir, señor periodista, que la vida humana se prolonga en un 70%”), y por el camino genera mejoras de salud de todo tipo. El frenesí es absoluto. Y por supuesto, la droga es un fiasco. Sorín y Pauls cuentan todo con un nivel de gracia, velocidad y malicia que nunca volvió a repetirse en el cine argentino, ni siquiera en sus páginas más felices. La era del ñandú es una película de una luminosidad infrecuente, que sin embargo tiene lugar para oscuridades: cruza un tipo de relato probado (la candidez acelerada de cierto cine clásico) con todas las variables (las gruesas y las sutiles) de la argentinidad, y el resultado queda a mitad de camino entre manual de historia y oráculo.
La era del ñandú. Sábado 25 de julio, 18 horas.
40 documentales argentinos imprescindibles.
Entrada gratuita con el ingreso a Margen del Mundo.
Concepción Arenal 4865, CABA.