Cocineros y escritores unidos por la pasión de Leer y Comer

La buena gastronomía y los libros son pasiones argentinas, que están tan metidas en la sociedad, que hasta se podría aventurar que forman parte de su ADN. La herencia de la cocina de los inmigrantes, más las nuevas tendencias -que llegaron a medida que el mundo se conectaba cada vez más- fueron aumentando la exigencia de los paladares.

 
Este fenómeno encontró su espacio en la Feria Leer y Comer que durante el fin de semana reunió a más visitantes que su edición anterior.
 
La experiencia en el barrio de Chacarita reivindicó al espacio al aire libre como punto de encuentro entre quienes comparten los mismos placeres y permitió, además, un acercamiento con distintos escritores y periodistas, como con chefs y sommeliers, que invitaron a la degustación de platos gourmet.
 
Donato De Santis no dejó de firmar un solo libro y sonrío para cada foto
 
Además, la feria también mitigó el gran apetito que tienen los porteños por los libros: según un estudio de World Cities Culture Forum 2014, Buenos Aires es la ciudad con mayor cantidad de librerías por habitante en el mundo.
 
Algunos de los cocineros destacados que participaron del encuentro fueron Dolli Irigoyen, Pietro Sorba, el staff de Cocineros Argentinos, Donato De Santis, Christophe Krywonis y Germán Martitegui; como también el sommelier de café Nicolás Artusi y el experto en vinos Fabricio Portelli. Además, periodistas y escritores como María O’Donnell, Ari Paluch, Alfredo Leuco, Silvia Mercado, Miguel Wiñazki, Felipe Pigna, Jorge Fernández Díaz y Tato Young, entre otros, dialogaron con el público y firmaron libros.
 
Christophe Krywonis fue otro de los chefs más ovacionados por el público
Para el crítico culinario Pietro Sorba la Feria fue “un punto de encuentro extraordinario que se produjo entre el texto y la palabra del periodismo y la literatura, con otra gran afición argentina, como la comida”.
 
Los foodtrucks: una puerta a la mejor gastronomía
 
Al igual que en la primera edición, los carros móviles de comida fueron uno de los grandes atractivos. La propuesta consistió en ofrecer alimentos saludables, pero al paso y, a su vez, permitió democratizar las creaciones de grandes chefs a precios razonables.
 
Los sabores llegaron desde distintos puntos del planeta: platos franceses, italianos y mexicanos junto a sabores más tradicionales, como los gustos de las provincias del Norte y la Patagonia. Como yapa, algunos de los cocineros más reconocidos como Irigoyen, Krywonis y De Santis atendieron personalmente sus propias instalaciones y hasta se animaron a revelar algunos de sus secretos con el público.
 
Comida mexicana: uno de los foodtrucks con más concurrencia
“Estuve en la primera edición, pero para esta armamos especialmente un foodtruck. Elegí hacer una risotería, con platos con cordero y hongos, porque a la gente le encanta. Lo bueno de esta propuesta es que permitió a los visitantes la chance de acceder a platos que son muy ricos, pero no muy comunes”, explicó Irigoyen.
 
La especialista en nutrición Mónica Katz sostuvo que la Feria fue “una movida maravillosa”, ya que otorgó al público la oportunidad de “acceder de manera gratuita a un espacio donde se juntaron dos hermosos placeres de la vida: disfrutar de la comida, junto a buenos libros”.
 
Iñaki, uno de los participantes de la primera edición de MasterChef Junior, deleitó a los comensales con una receta de langostinos
Buena gastronomía, vino y café: tres amores argentinos
 
Donato De Santis, actual jurado de MasterChef, señaló que la alta gastronomía en Argentina, a diferencia de lo que sucede en Europa, tiene pocos años de existencia: “Desde hace unos diez años aproximadamente, el argentino comenzó a diferenciar entre morfi y comida. Hoy, el comensal hace una pausa para entender qué es lo que está consumiendo. Falta mucho por crecer, pero se está en buen camino”.
 
 
Por su parte, Nicolás Artusi, sommelier de café, definió la experiencia como “muy estimulante” y resaltó que “es un reflejo de la relación que tienen los argentinos con la bebida”.
 
“Se está viviendo un auténtico furor en Buenos Aires por el café; la gente quiere vincularse con el disfrute y hacer de los pequeños momentos grandes experiencias. Es un fenómeno global y esta es una ciudad muy ambiciosa, que siempre busca estar a tono con el mundo. Se vive no solo desde un punto de vista sensorial, sino también intelectual”.
 
 
Portelli explicó que el éxito de la Feria se debe, en parte, a que otorgó la posibilidad a mucha gente de acercarse a distintos placeres, de primera mano: “Una persona que se enfrenta a una gran colección de vino y no conoce del tema, se espanta, no sabe con cuál quedarse. A través de estos encuentros, estas distancias desaparecen, se tienden puentes, ya que se puede escuchar no solo a especialistas, sino también encontrar algún libro con mucha información. Acerca al público a un tema que le encanta”.
 
La Feria Leer y Comer comenzó a convertirse en uno de esos eventos esperados de la agenda porteña. No solo porque busca acercar la alta gastronomía al público, sino porque otorga la chance de conocer más sobre los orígenes y las razones de los hábitos alimentarios.

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