Ricardo Roa, editor adjunto de Clarín; Jorge Fontevecchia, CEO de Perfil; Alfredo Leuco, conductor deLos Leuco (TN) y Le doy mi palabra (Radio Mitre); Fernando González, director periodístico de El Cronista,y Carlos Raymundo Roberts, secretario de redacción de La Nación, participaron durante cerca de una hora y media de un encuentro en el que el anfitrión Majul cedió el protagonismo de su más reciente libro al análisis de la coyuntura política.
Consultados sobre la “locura” del kirchnerismo -exacerbada en los últimos días por los debates en torno al traspaso de poder-, Leuco sostuvo que la presidente padece una especie de “síndrome de abstinencia” porque “vuelve a ser una ciudadana rasa”. “Cuando uno habla con los ministros, todos cuentan que está incontrolable, que no puede resolver situaciones mínimas y atenta contra sí misma”. Sin embargo, más allá de la dimensión “psicológica”, Leuco apuntó a cierta “locura política”.
En el mismo sentido, Roa consideró que la “locura” del kirchnerismo tiene una “dimensión política y psicológica”. Así, su “obsesión narcisita por exponerse y seguir siendo el eje” se conjuga con un intento de Cristina Kirchner de “ocupar la escena” al tiempo que intenta posicionarse como líder del peronismo para “continuar ejerciendo el poder”.
Para Roberts, si bien “hay un cosa patológica”, detrás de los desplantes de Kirchner “hay una estategia de embarrar la cancha: quiere ganarse la primera página de mañana, quiere ser la líder opositora, mostrar que no es el pato rengo”.
González, por su parte, consideró que “la locura no sólo está en la dirigencia, sino también en la sociedad. Los argentinos elegimos a un caudillo con patillas para que haga la revolución neoliberal. Elegimos para hacer la revolución populista a una pareja de terratenientes de la Patagonia, como Néstor y Cristina. Y ahora, cuando la Argentina necesita la reconstrucción del Estado, fuerte, que nos contenga, porque no nos contuvo ni en la tragedia de Once o las inundaciones en La Plata, elegimos a un empresario formado en el Cardenal Newman que pone a cinco CEO de las empresas más grandes de la Argentina en su gabinete”.
Fontevecchia sostuvo que si bien “hay un problema de tipo personal”, “la locura no es sólo ella, la locura es argentina: un país que le hizo guerra a la OTAN, que tenía un general borracho, un presidente que decía ‘la Ferrari es mía, mía, mía’… El kirchnerismo es apenas una consecuencia de la locura de 2002”. Así, la cuestión “no es que ella esté loca, sino que a la gente le guste que esté loca”. Del mismo modo, “también es loco tener un presidente de un partido que se fundó hace 10 años. Puede salir muy bien, pero es riesgoso”.
Para el CEO de Perfil, sin el poder, “el fantasma se va a ir diluyendo. ¿Es el final? Creo que es el final no de Cristina, sino de un modelo económico construido sobre la base de materias primas con un precio al doble de lo que hoy está. No es lo mismo la soja a USD 600 que a USD 350”.
Leuco, en cambio, sostuvo que “el final no depende de CFK, sino que el cierre de un proceso recién va a acontecer si el gobierno de Macri es exitoso y soluciona los problemas y respeta las instituciones. Hasta que un gobierno no peronista o no populista no sea exitoso, no termina de cerrar el ciclo del populismo”.
“Lo que hizo Cristina en esta transición es una suerte de suicidio político porque le va a dejar el campo abierto del peronismo a quienes son sus rivales, que dan un aire más de renovación -Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey-“, arriesgó González, y vaticinó que fuera del Estado “la potencia del kirchnerismo va a disminuir, va a ir en una caída hasta tener un impacto mucho menor”.
Respecto del gobierno entrante, Fontevecchia consideró que Mauricio Macri “es una incógnita”: “El Mauricio Macri de hoy es muy diferente del de hace 5 años. Hasta los 45 no leía los diarios, tenía poco interés por la cosa pública”. Además, deberá probar si un partido con sólo 10 años de historia y una base territorial acotada, puede gobernar.
Leuco agregó que “no leyó teoría política, no conoce a los presidentes o autores de la historia. No sabe quién es Fanon, y eso genera desconfianza”, pero reconoció que en las tres grandes decisiones que tomó “fue en contra del sentido común y no se equivocó”.
Para Majul, Macri impone “el desafío de abandonar las viejas categorías de la política”, y si bien sus decisiones suelen estar lejos del “sentido común” del momento, siempre suelen ser el resultado de un serio análisis.
González señaló que el nuevo presidente enfrenta el desafío de eludir el personalismo -que malogró a presidentes argentinos de Yrigoyen a Perón, de Alfonsín a Menem, y por supuesto Néstor y Cristina-. Además, sostuvo que deberá corregir el “deslumbramiento” que ha tenido con los medios grandes, “como le sucedió a Menem, a De la Rúa y a Kirchner en sus primeros tiempos”, y “restaurar el ida y vuelta con el periodismo”.
Para Roberts, el salto de la Ciudad a la Nación el PRO deberá aumentar la cuota de política por sobre la gestión para lidiar con el Congreso, los gobernadores, los sindicatos, el Poder Judicial, las empresas y la gente. Para ello, se preguntó quién será “el hombre de Estado de Macri”, como Carlos Corach lo fue de Menem o Zannini de los Kirchner. Además, deberá atenerse a su “marca de origen”: “no han recibido un mandato para voltear todo. Sólo tres puntos de diferencia. Los obliga al equilibrio, la negociación y el consenso. No puede barrer con todo, recibió un mandato para corregir”.